La formalización de la operación de seguros
Como se indicó anteriormente, para inicios de la década del 90 del siglo pasado, la operación de seguros a lo interno de Fenacoac llamaba la atención, tal como lo hacían las propias cooperativas en el ámbito financiero. Para este tiempo, la legislación de seguros requería de un aporte de capital de Q300,000.00 más un 25% de dicho monto, como capital complementario, para la constitución de una aseguradora. Las reservas acumuladas del servicio de Protección Mutua excedían por mucho dicho requerimiento, por lo que desde el punto de vista económico no había obstáculo para iniciar el proceso de constitución de una aseguradora propiedad del movimiento cooperativo de ahorro y crédito federado.
Se encargó al actuario Eddy Perdomo la elaboración del estudio de factibilidad que debía acompañar a la solicitud, y al licenciado Rodrigo Montufar Rodriguez, lo correspondiente a la parte legal de los documentos requeridos para la constitución. El proceso también requería de la figura de "gestores", para representar a los interesados en la constitución de la aseguradora (cooperativas y Fenacoac), por lo que se nombró como tales al Lic. Montufar y al Lic. Carlos Roberto Quevedo.
Camino difícil para la constitución de la aseguradora
Al principio no se avisoraban obstáculos en el proceso, sin embargo estos fueron surgiendo desde el momento que se publicó la solicitud de constituir la nueva aseguradora. A lo interno de la Superintendencia de Bancos, la mayoría de abogados opinaba que únicamente personas naturales podían constituir una aseguradora, pues entendían que algunos atributos requeridos por la ley a los promotores, no se podían aplicar a personas jurídicas (como lo eran las cooperativas), por consiguiente, corrió audiencia a los promotores con esta objeción. La respuesta, basada en un profundo análisis jurídico, elaborado por el Lic. Rodrigo Montufar, fue presentada a la Superintendencia, donde el voto razonado del abogado Arnoldo Daetz Caal, apoyando la opinión del Lic. Montufar, permitió eliminar esta barrera legal. Además, por el tiempo transcurrido, los funcionarios que en la Superintendencia se oponían al proyecto, por otros motivos, tales como que personas con apellidos autóctonos comparecieran como promotores del mismo, o que las cooperativas eran instituciones desordenadas, y sin adecuada supervisión, por buena suerte, ya se habían jubilado y sus cargos fueron ocupados por funcionarios con criterio más amplio.
La oposición al proyecto también se presentó dentro de la misma familia, la Inspección General de Cooperativas, ente encargado de fiscalizar a estas empresas, opinaba que las mismas no podían constituir una aseguradora, pues no debían perseguir fines de lucro, ya que la aseguradora sería una empresa lucrativa.
Nuevamente, la intervención del Lic. Montufar, demostrando la diferencia entre sociedad y empresa y que no sería la sociedad, sino la empresa a constituir, la que desarrollaría la actividad lucrativa, eliminó la objeción.
Un nuevo obstáculo se presenta, esta vez en el ámbito económico: se modifica mediante decreto legislativo el capital mínimo para constituir una aseguradora, ahora se requiere de Q3,000,000.00 de capital mínimo más un 25% de dicho monto como capital complementario, para operar una aseguradora en el ramo de vida, y si se desea operar vida y seguros generales, el requerimiento es de Q6,000,000.00 más su respectivo capital complementario. Sin prejuzgar de donde pudo venir la iniciativa de aumentar los capitales, curiosamente se modificó la ley, cuando se presentó la solicitud para la constitución de la nueva aseguradora.
Para los nuevos montos de capital requeridos, las reservas del Servicio de Protección Mutua ya eran insuficientes, por lo que se solicitó el aporte de las cooperativas. De mas está decir que no todas se interesaron en el proyecto, por lo que finalmente se obtuvo la autorización para operar, en el mes de noviembre de 1994, sólo en el ramo de seguros de vida, figurando como accionistas iniciales la Federación y nueve de sus cooperativas afiliadas. La nueva Aseguradora se denominó Columna Compañía de Seguros S.A. Años más tarde se efectuó el aporte de capital que permitió a la empresa operar en todos los ramos de seguro.
Una reflexión obligada
Las nuevas generaciones de cooperativistas disfrutan ahora de los beneficios de contar con instrumentos financieros y de seguro a su alcance, y de la modernización del sistema financiero cooperativo. Sin embargo, no hay que olvidar que el proceso descrito en estas páginas, se dio en el contexto del conflicto interno que vivió Guatemala por décadas y que cobró la vida de personas e instituciones. Las comunidades en las áreas de conflicto fueron afectadas, algunas teniendo que emigrar a países vecinos y por ende las organizaciones populares, como las cooperativas, sufrieron las consecuencias. Los cuadros directivos se desintegraron, la morosidad de las carteras de crédito se incrementó y definitivamente algunas desaparecieron. De más de 60 cooperativas afiliadas en la década del 70 del siglo pasado, pocas sobreviven en la actualidad como afiliadas a la Federación. ¿Porqué mencionar esto ahora? Nunca se debe olvidar que mientras estas cooperativas estuvieron funcionando con normalidad, contribuyeron a la capitalización de la Federación en forma directa, o bien mediante el uso de servicios, como los de Protección Mutua, generando excedentes que permitieron la formación de reservas, que más tarde se utilizaron para aportar el capital de las empresas descritas. De estas cooperativas, varias sobreviven o han resurgido, lamentablemente ahora solo pueden ser usuarias de los servicios de la Aseguradora, y si satisfacen los requisitos de ingreso, quizá sean admitidas nuevamente en la Federación.
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